No sea que te encuentres a alguien más bravo que tú.
Vivimos en una sociedad en la cual en ciudades como la nuestra todos están al límite de sus cabales casi todo el tiempo, y como pintan las cosas es mejor aprender a tomar las cosas por el lado amable
"En mi país no puedes hacer eso, el conductor de adelante se hubiera bajado y tal vez te hubiera llenado de plomo", comentaba una amiga centroamericana al ver que otra que la nos llevaba en su auto, le pitaba varias veces a un conductor delante nuestro, que no se movió rápidamente al cambiar el semáforo a verde. Una reacción que es común aquí puede acarrear problemas serios en ciudades donde la paciencia ya no existe.
Para nosotros es cosa diaria 'cojer rabietas' durante nuestro viaje por la jungla de concreto y metal que es nuestra ciudad, y sí, jungla, porque muchas veces somos como bestias salvajes que pierdemos la noción de ser el 'animal racional' para sólo quedar con la parte animal del asunto. Durante estos últimos días esta actitud se siente más frecuente por el embotellamiento que parece haber en todos lados debido a la construcción del metro y ahora reparaciones del puente de la américas: no hay respeto, cortesía, ni buen trato en las calles.
Lo que personalmente podemos hacer en esta situación que no va a mejorar por lo menos en mínimo de un año, es tomar una bocanada de aire antes de salir de casa y no dejarnos ahogar por la negatividad del ambiente, tomar las cosas con calma y no acortar nuestro tiempo de vida por andar estresándonos o buscando broncas.
Y si otro es el causante de tu predicamento vial o de actitud, trata de mostrarte paciente aún más, y enseñale a tener paciencia, ya que es algo que tenemos todos que aprender.
"Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse; pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere."
- Santiago 1:19-20
